José Manuel González-Páramo, ex miembro del Comité Ejecutivo del BCE y presidente de l’European DataWarehouse GmbH, ha ofrecido en la Trobada Empresarial del Pirineu la conferencia ‘El retorno de la inflación y la estabilidad. Algunas lecciones para los Bancos Centrales‘. En ella, el experto repasa aciertos y errores del Banco Central Europeo en la gestión de las sucesivas crisis – primero por la pandemia y luego por la invasión rusa de Ucrania – que han traído de vuelta la inflación.
Un fenómeno desconocido durante décadas
Desde el año 1985 que la evolución de la inflación en el marco europeo era muy baja hasta hace un par de años. González-Páramo asegura que se debe principalmente a tres motivos. En primer lugar, a la extensión a nivel global de los Bancos Centrales independientes con autonomía. Por ejemplo, el Banco Central de España tienen estatuto independiente desde el 1994 y el europeo lo aprobó en el 98. En segundo lugar, la globalización del comercio y los servicios, en concreto la entrada de áreas o continentes enteros (como el asiático) al mercado redujo los costes y ayudó a la reducción de la inflación. Y por último un punto de buena suerte dado que no había afrontado ningún shock mundial parecido a la pandemia o la invasión.
La inflación es un fenómeno que preocupa a la ciudadanía. Si nos fijamos en Google Trends, hasta la primavera de 2021 el concepto inflación y el concepto desempleo eran igual de buscados en el buscador, desde ese momento la inflación ha subido exponencialmente mientras que el desempleo se ha mantenido incluso disminuido. Además, es un hecho global. Cerca del 85% de los países del mundo tienen una tasa inflacionaria superior al 6%. Es un problema muy extendido.
Dos shocks formidables de manera consecutiva
La principal causa de la actual inflación es la concatenación, según el exdirigente del BCE, de dos shocks formidables de impacto mundial. El primero de todos fue la pandemia. Pese a que históricamente eran deflacionarias, el caso actual no ha sido así por varias razones. Una tiene que ver con la forma en que la hemos querido parar. Decidimos parar completamente el coche, dejamos la economía a cero mientras que seguía fluyendo renta por las redes de seguridad del Estado. Una acción muy efectiva dado que el FMI estima que la caída de la producción mundial hubiera sido un 6% mayor sin estas actuaciones extraordinarias. El mantenimiento de las rendas generó ahorro forzoso (dado que la gente seguía cobrando y no podía gastar), hecho que, sumado a la expectativa de normalización que generaron las vacunas, impactó de lleno en la inflación. Se anticipaba una vuelta a la normalidad y crecieron en bolsa todas las empresas relacionadas con la actividad turística. Pero al haber parado el coche por completo es muy difícil que vuelva a funcionar como siempre. Se rompieron las cadenas de aprovisionamiento. La pandemia ya generó un contexto inflacionario históricamente nuevo que agravó la Guerra de Ucrania: al contexto post pandemia hay que sumar los efectos de la invasión por sanciones y la especificidad de Ucrania que ha generado un impacto en el gas, en la agricultura, etc.
Se reabrió la economía en el 2021 ya con efectos inflacionarios por el ahorro y se dispara aún más con el efecto de la invasión. La caída de los precios de la energía es la responsable prácticamente total de la bajada, moderada, de la inflación actual. En cambio, la inflación subyacente se mantiene en niveles muy altos, refleja lo que está por venir, dado que es la inflación de bienes industriales y servicios.
Una mala previsión
La inflación ha sido sistemáticamente infraestimada por órganos que deberían ser más precisos como Bancos Centrales u Organismos Internacionales. La inflación siempre era mayor de lo esperado. Con perspectiva sabemos que fue un error de diagnóstico creer que la inflación iba a ser temporal después del confinamiento. Eso explica por qué tardaron un año en actuar. Lo reconoció el propio Banco Central en el texto de conclusiones de la reunión de Jackson Hole, el encuentro internacional de Bancos Centrales en que se deciden a actuar.
Los modelos de previsión de los Bancos no podían prever la concatenación de las dos crisis. No aparece en los libros de texto, pero se deben nutrir de expertos con experiencia. Eso se ha usado poco en esta crisis.
Que esperar del BCE
Hay que reconocer que el BCE ya no tiene margen de error, puesto que ha llegado tarde y ha ido por detrás, por ello se esperan – desde el mercado – tipos de interés entre 3.75 y 4.25 entre julio del 2023 y del 2024.
Finalmente, alertó que el drama de la política monetaria es que se enfrenta a shocks de oferta: pandemia, guerra, transición energética, cambio demográfico, des globalización del comercio, solo se puede actuar sobre la demanda. Deberá tomar elecciones poco populares, pero, por suerte, el BCE no se presenta a elecciones, sino que debe controlar la inflación y reanclar las previsiones de crecimiento.
Fotos: Genaro Massot